Estas notas servirán para recordar lo que vemos en clase, pero tengan presente que es información esquemática. En la biblioteca de la escuela hay una buena selección de libros que pueden consultar para tener información más completa.
I. La Cultura de la Revolución y la Revolución de la Cultura
Desde el inicio del siglo XX existía en México una cierta incomodidad de los jóvenes intelectuales ante el ambiente cultural del gobierno de Porfirio Díaz.
Justino Fernández caracteriza esta incomodidad como una “necesidad de renovación vital”(J.F. p. 1). Es decir, no fue un mero asunto de influencias de aquí y de allá, sino una verdadera necesidad surgida de una situación histórica específica. Ahí quizá su fuerza y su autenticidad.
Es cierto, nos recuerda el mismo autor, que entendemos a la Revolución Mexicana como un movimiento armado con intenciones de reivindicación política y social, que costó muchas vidas, que hubo logros y también fracasos.
Pero podemos entender también otras facetas de la Revolución, menos sangrientas y cuyos frutos se verifican en una nueva conciencia del pueblo mexicano. Una de las facetas más importantes es la Revolución Cultural que se llevó a cabo a través de la literatura, la filosofía y, por supuesto, las artes, especialmente la pintura muralista.
La pintura mural se había practicado en muchos países en el pasado, por ejemplo en los murales de los edificios del Renacimiento realizados por Giotto, Miguel Ángel, Rafael y muchos otros grandes artistas. Es de señalar que, tanto Diego Rivera, como David Alfaro Siqueiros, habían visitado y estudiado los murales renacentistas italianos. Véanse, por ejemplo, el primer mural de Rivera, el primero de Orozco los dos en el mismo edificio. Su parentesco con el Renacimiento italiano es indudable. Pero muy pronto esto se transformó en otra cosa.
En México, los antiguos pueblos prehispánicos decoraron los muros de sus templos con escenas de sus mitos, sus dioses y sus gobernantes. La pintura mural fue también una de las grandes realizaciones artísticas de aquellos pueblos.
No debemos olvidar el importante papel que jugó la pintura mural en los templos y conventos coloniales. En algunos de aquellos murales se mezclan las aportaciones europeas con las formas artísticas indígenas.
Exconvento de San Nicolás Tolentino (Actopan), Hidalgo
Esto evidencia la tradición muralística mexicana que viene de distintas vías previas al muralismo moderno.
Pero a principios del siglo XX, la pintura mural era muy poco usual en la pintura de avanzada. Lo que abundaba, por ejemplo en Europa, era la pintura de caballete, óleos sobre tela principalmente.
Ya desde antes del estallido de la Revolución en noviembre de 1910, un grupo de artistas que conformaban el Circulo Artístico, tenían proyectado pedir muros al gobierno. Eran liderados por Gerardo Murillo, mejor conocido por su seudónimo, Dr. Atl, un hombre muy inquieto que había viajado y conocido los grandes murales renacentistas italianos y entusiasmaba a los estudiantes de San Carlos con noticias de las últimas vanguardias europeas. El estallido de la Revolución impidió llevar a cabo este primer intento.
Al terminar la revuelta armada de la Revolución Mexicana los pintores mexicanos adoptaron el muralismo retomando aquella idea porque les permitía cumplir con las intenciones que se habían propuesto, intenciones de renovación, de progreso, de creación de un arte revolucionario y popular que respondiera a las necesidades concretas de la población mexicana.
Es un dato significativo el que un alto porcentaje de la población mexicana a principios del siglo XX fuera analfabeta, pues esto explica también un gusto popular muy desarrollado en torno a la narrativa en imágenes que circulaban a través de las ilustraciones de grabadores como José Guadalupe Posada, a quien los muralistas señalarían como una fuerte influencia.
Así, lo esencial del muralismo mexicano no nace de la influencia del arte europeo, ni de una búsqueda voluntaria de insertarse en el discurso vanguardista internacional, sino de una necesidad propia (que, por supuesto, puede tener más o menos contacto con el arte del extranjero). En palabras de Justino Fernández:
“…de una auténtica conmoción vital y de una vital necesidad de expresarse en formas públicas y monumentales, por tener algo que decir y querer decirlo abiertamente.”(J.F., p.11)
Entre las características más importantes del muralismo, la primera es su carácter público. Por eso los pintores prefieren pintar en edificios del gobierno antes que en propiedades particulares. Por eso también es monumental y por esa misma razón se prefieren los muros y no los cuadros.
José Vasconcelos, que fue un importante intelectual y también político con ideas novedosas (algunas mejores que otras) y que, con el gobierno de Álvaro Obregón, queda al frente de la Secretaría de Educación, fue en buena medida el organizador del primer impulso del muralismo, haciendo llamar a los pintores más destacados y facilitando los muros de edificios públicos para que los pintores expresaran la realidad histórica de México, desde diversos puntos de vista.
Sobre el nacimiento del muralismo nos narra uno de sus principales representantes, David Alfaro Siqueiros:
“En 1911, los alumnos de la Escuela Nacional de Bellas Artes (Escuela de San Carlos), nos lanzamos a una huelga con reivindicaciones aparentemente pedagógicas…pero en su esencia, profundamente políticas…
“En 1914, los ex-huelguistas de Bellas Artes… nos incorporamos al Ejército constitucionalista… Esa trascendental participación nos dio… un nuevo sentido crítico para los problemas concretos del arte.
“…pudimos, por primera vez en México… fijar conceptos claros sobre la verdadera función social pública del arte.” (citado en Justino Fernández, El arte moderno y contemporáneo de México, p. 8)
José Clemente Orozco, uno de los más grandes muralistas mexicanos, menciona en su Autobiografía:
“La pintura mural se encontró en 1922 la mesa puesta... Las ideas que le iban a dar vida, ya existían en México y se desarrollaron y definieron de 1900 a 1920…”
“En 1922 ya estaba organizada la flamante Secretaría de Educación Pública… Fueron llamados todos los artistas y los intelectuales a colaborar, y los pintores se encontraron una oportunidad que no se les había presentado en siglos. Yo no sé cómo ni por qué Rivera volvió de Europa. Siqueiros fue llamado de Roma por Vasconcelos y los dos compañeros se reunieron a sus compañeros residentes en México y a ellos se unió Jean Charlot, pintor francés recién llegado a este país.”
“ Una de las manifestaciones más singulares de las aptitudes críticas de los pintores fue la constitución de su ‘Sindicato de Pintores y Escultores’…Siqueiros redactó y todos nosotros aceptamos y firmamos, un ‘manifiesto’ del sindicato… Contenía, en resumen, las siguientes proposiciones: Socializar el arte. Destruir el individualismo burgués. Repudiar la pintura de caballete y cualquier otro arte salido de los círculos ultraintelectuales y aristocráticos. Producir solamente obras monumentales que fueran del dominio público…”
Diego Rivera, Autorretrato
Diego Rivera, quizá el muralista más conocido internacionalmente, sostenía acerca del movimiento muralista: "El auge de la pintura mexicana está innegablemente ligado a la pintura mural [...] por primera vez en México, los pintores estética y políticamente revolucionarios tuvieron acceso a los muros de edificios públicos, y por primera vez en la historia de la pintura del mundo entero se llevó a estos muros la epopeya del pueblo, no alrededor de héroes mitológicos o políticos, sino por las masas en acción [...] la pintura mexicana mural descubrió desde 1921 - 1922 e inventó el modo de ligar el pasado histórico americano con el presente del mundo, no sólo por los asuntos de sus pinturas sino por la calidad de ellas". (citado en Raquel Tibol, Diego Rivera, luces y sombras, p. 161)
Justino Fernández hace un breve recuento de las primeras obras del muralismo. Aquí lo transcribo:
“En 1922 Diego Rivera ejecutó el primer gran mural que se llevó a cabo, en el ‘Anfiteatro Bolívar’, en el edificio mismo de la Universidad Nacional...”
“…Entre 1922 y 1927, no obstante los disgustos y las interrupciones, José Clemente Orozco había terminado sus pinturas del patio grande y de la escalera principal de la Escuela Preparatoria, definiendo su conmovedora expresión y dejando allí su primera obra monumental...”
“... En el mismo edificio y por aquellos años trabajó David Alfaro Siqueiros, en el cubo de la escalera del patio chico, y la fuerza de su expresión quedó allí patente en sus pinturas inconclusas y en los fragmentos que pudieron salvarse de la destrucción.”
“Fermín Revueltas y Ramón Alva de la Canal pintaron sendos murales en el cubo de la entrada principal; Fernando Leal y Jean Charlot, otros en el tramo superior de la escalera del patio grande, parte del cual había decorado Orozco.”
“Por otro lado, Rivera, Charlot, Javier Guerrero y Amado de la Cueva habían iniciado el gran plan por desarrollar en los muros de la Secretaría de Educación, si bien, a la postre, Rivera quedaría solo para realizar el conjunto y Charlot y de la Cueva dejarían solamente unos tableros terminados, que armonizan bien con los de Rivera.”
“Éste [Diego Rivera], además, verdaderamente poseído de un deseo irrefrenable de pintar y sin concluir aún las pinturas de la Secretaría, ejecutó los espléndidos murales del salón de actos de la Escuela de Agricultura de Chapingo, una de sus grandes obras maestras.”
“Otros pintores, Roberto Montenegro y el Doctor Atl trabajaron en los antiguos muros del convento de San Pedro y San Pablo, en que se alojaban algunas dependencias de la Universidad… Montenegro decoró las oficinas del Secretario de Educación y un pintor guatemalteco que desde entonces reside en México, Carlos Mérida, hizo decoraciones para la biblioteca del edificio de la Secretaría de Educación.”
Roberto Montenegro, La fiesta de la Santa Cruz, 1923-24
Fermín Revueltas, Alegoría de la industria, 1934
Diego Rivera, Cámara de Distribución del agua de Lerma, 1951
Juan O'Gorman, Biblioteca Central, Ciudad Universitaria,
Bibliografía
Fernández Justino, Arte moderno y contemporáneo de México,2a ed., tomo II, México, UNAM, 1994.
Monsiváis, Carlos, "Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX", en Daniel Cosío Villegas, et al., Historia General de México, México, Colegio de México, 2001.
Tibol Raquel, Diego Rivera, luces y sombras, México, Lumen, 2007.
Cardoza y Aragón, Luis, Orozco, México, UNAM, 1974.
II. Características resumidas del muralismo mexicano
En las ideas:
1. Es un movimiento que surge del mismo impulso del que surgió la Revolución, de una profunda inconformidad con la sociedad porfiriana. Por eso, tiene un carácter renovador.
2. Es un movimiento que une la necesidad de renovación artística con la preocupación de luchar por un cambio social y político.
3. En el muralismo existían simultáneamente varios fundamentos ideológicos, no siempre sin contradicciones:
a) Simpatía por las ideas marxistas y tienen cercanía con el partido comunista.
b) Parten de la idea de Vasconcelos de reconstruir una identidad nacional a partir de las distintas fuentes de la cultura mexicana: el arte popular, la raíz prehispánica, los pueblos indígenas, todo ello conjugado con lo mejor de la tradición occidental.
c) Comparten el ideal de progreso de la modernidad y combaten enérgicamente la cultura burguesa.
d) Tienen una intención didáctica, es decir, que intentan educar al pueblo, a través de sus murales, en la historia de México y en el aprecio de lo nacional.
e) Dirigen su mensaje al pueblo y dan gran importancia al carácter público del muralismo.
En sus recursos:
a) Prefieren los muros que los cuadros
b) Retoman algunos recursos de la iconografía prehispánica (síntesis de formas, solidez de la estructura).
c) Experimentan con nuevos medios (Siqueiros con piroxilina) o revitalizan medios abandonados en la historia (el fresco o la encáustica).
d) Dan importancia a la geometría en la composición.
e) El tratamiento es variado, desde un clasicismo virtuoso (Rivera), hasta el expresionismo (Siqueiros y sobre todo Orozco).
f) Los temas más frecuentes son: la historia de México, la lucha social, las reivindicaciones de las clases proletarias, la crítica de la burguesía, la vida cotidiana de México, la vida rural, el progreso y la tecnología, la educación.
g) Aunque en la mayoría de los casos se trata de una figuración estilizada, puede hablarse de un realismo social, por el tratamiento de los temas.
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