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martes, 26 de enero de 2016

El arte y el conocimiento 2

El arte y el conocimiento 2


Espero no resultar demasiado reiterativo, pues ya antes he escrito un pequeño texto que resume mucho de lo que acá intentaré decir de nuevo. Así, este texto cumpliría tan sólo la función de revisar una vez más el mismo tema, tratando de abordarlo desde ángulos distintos. Esto resulta para mí importante dado que el tema, tal como aparece en el programa institucional del curso, me hace entrar en conflicto cada vez que lo abordo en clase y debo decir que, entre todos los objetivos planteados por el programa, es éste con el que mayor indecisión he sentido en cuanto a la manera en que debería abordarse.

   Y es que tengo cierta reserva a admitir el objetivo tal como está planteado en los referentes institucionales, porque no alcanzo a ver con claridad lo que realmente se quiere decir. El objetivo señala que el estudiante "valorará las manifestaciones de las Artes Plásticas a fin de identificar su utilidad como medio de conocimiento". ¿qué significa en realidad esto?

   He tratado de ver lo más provechoso del planteamiento tal como está y creo haberlo encontrado en su utilidad como elemento de contraste para emprender una reflexión que nos ayude a ir más allá del corto alcance que parecería señalar a primera vista. En el fondo, me parece que además de que el tema puede estar apareciendo de manera transversal en todas las actividades, bien vale la pena darse algún momento para discutirlo abiertamente, más por lo que abre a discusión que por las conclusiones a las que podamos llegar, que siempre serán provisionales.

   Sé que no parece haber problema en el planteamiento tal como está, y quizá sea yo el que injustificadamente lo juzga mal, pero el que aparezca ahí el arte como un "medio" para el conocimiento, lo coloca como si su sentido quedara solamente en tal mediación con respecto a otra cosa o a otra forma de saber "más importante", como si no hubiera suficiente razón en el arte por sí mismo, como para justificar su papel obligatorio en la educación del bachillerato. Algo que está claro es que la presencia del arte en la educación está siempre amenazada por un escepticismo cientificista, voluntario o involuntario, que le regatea, y a veces consigue reducirle, el campo de acción.

 Para ir en orden, explicaré primero la forma en que puede abordarse el asunto, admitiendo su papel de mediación, pero sólo para poder, en seguida, mostrar cómo, en mi opinión, esta forma de resolverse parece dejarnos lejos de la verdadera función del arte y de su relación más íntima con el saber. 

   Entonces diría, en primer lugar, que una manera sencilla de argumentar sobre la utilidad del arte, como medio para el conocimiento, estaría en ser un auxiliar, a través de la fuerza de la imagen, de los textos que muestran su propia explicación reforzándola con imágenes. Así, sumando a su elocuencia la fuerza de la imagen, lo clarificarían, lo explicarían mejor "con dibujos". Esta sería una tarea del arte como ilustración del texto. Cierta, y hay casos admirables pero no me resulta suficiente. Porque cuando las ilustraciones son magníficas, su poder artístico ya no radica en el texto sino en ellas mismas.


Axolotl, José María Velasco



   También podría mostrarse cómo una obra nos informa sobre los hechos pasados mostrando datos sobre las costumbres, las formas de vestir, de conducirse, en general de vivir y de relacionarse con el mundo. En fin, a través de examinar las múltiples circunstancias de su producción: contexto cultural que lo produjo, intencionalidad de los artistas y espectadores, formas de interpretación y uso, formas de exhibición y distribución, y todos los datos que arroja como objeto. Pero ante esta explicación, debemos decir que esto mismo puede hacerse con cualquier otra cosa producida por una cultura, pertenezca o no a esa indefinida esfera que llamamos del arte. No descalifico este potencial, al contrario, lo tomo en cuenta como algo muy importante y útil, sobre todo pensando que el arte no es sólo la respuesta a necesidades materiales de una sociedad, sino que actúa desde un interés, digámoslo así, espiritual. Pero aún así, me parece que podemos ir más allá en busca de la especificidad del arte tal como lo entendemos hoy.

Pieter Brueghel, El triunfo de la muerte, 1562


   Otro argumento para explicar la relación del arte con el conocimiento sería aquel que identifica el arte con la expresión de las emociones y que ubicaría ahí su función principal al informarnos sobre el mundo subjetivo de las personas. Aunque este acercamiento es más afortunado, y es además una explicación muy popular, tampoco creo que deba ser nuestro único punto de llegada. Y es que hay muchos modos de interpretar esto. No quisiera dar espacio a una aceptación perezosa que banalice el papel del arte como una simple alternativa de comunicación para socializar nuestros sentimientos. Además en esta definición no se especifica qué tipo de expresión sería ésta y cuál su diferencia de otras expresiones no artísticas. Agreguemos que no todas las obras artísticas van dirigidas a la emotividad y aún en las que lo hacen, a esta intención les acompañan muchas otras posibles. Aclaro, me gusta la idea de lo emotivo que cobra vida en el arte, la escultura de Barlach, acá abajo, lo hace y todas las obras del expresionismo lo demuestran, que puede tener un poder catártico e incluso terapéutico, pero creo que valdría la pena precisar todavía un poco más para no cambiar el saber por el sólo decir y su gran poder de comunión por uno más modesto, de comunicación. Pensemos, por ejemplo, en Sol LeWitt, cuyo arte es difícilmente calificable como emotivo, pero es maravilloso por otras razones, ¿cuáles? Para empezar, su poder de evocar la creación misma.





Ernst Barlach, El vengador, 1914


Sol LeWitt, Incomplete open cubes, 1974


   Y así, aunque los tres planteamientos puedan ser verdaderos y aunque las imágenes que acompañan al texto lo atestigüen, no alcanzan a dejarme satisfecho porque parecen limitar al arte como una "herramienta" del conocimiento y porque dejan al arte como un ámbito secundario que puede, acaso, funcionar como auxiliar de fines que aparecen, ellos sí, como de importancia mayor, entiéndase el "Conocimiento" identificado con una visión exclusivamente científica del saber.

   Pero entonces ¿cuál es o dónde está esa relación que he anunciado como más importante? Aunque la explicación tendría que ser un poco más larga, intentaré decirlo en unas pocas líneas, que, obviamente requerirían después un desarrollo y una explicación más cautelosa y que, obviamente son por ahora nada más que mi opinión, pero al menos, una opinión que considero fundamentada.

   A grandes rasgos diría que, distinto del saber científico o filosófico, el arte es una esfera de saber que, mediante su actividad, abre formas inéditas de relacionarnos con el mundo, en tanto que, mediante los dispositivos que llamamos "obras de arte", en su gran diversidad, señala estas formas nuevas, las inventa o las construye. 

   A esto agregaría que las obras de arte son siempre, además de lo que puedan ser en su infinita multiplicidad, una evocación de la potencia creadora y, por tanto, libre, del ser humano.

   Así, su contribución al conocimiento no es marginal, sino central porque el arte sería ese ámbito donde, ligado o no a otras formas de la actividad humana, se realiza la más importante de las capacidades de los seres humanos, que es su potencialidad creativa. Eso que nos permite ir más allá de la resolución de las necesidades primarias y que, así, nos identifica como seres libres.

   Aunque el arte puede servir para muchas cosas, desde adornar las paredes, hasta hacer negocios, la parte importante del arte está lejos de estas funciones. Tengo la convicción de que el arte es el espacio donde se está reafirmando de manera permanente el carácter libre del ser humano. Por eso me atrevería a decir que es una de las más altas esferas del humanismo. Pues, al mismo tiempo, exige poner a prueba la libertad, la capacidad de inventar nuevas rutas, de analizar lo hecho para ser potenciado en lo que pueda hacerse aún mejor. Es el mundo, en expansión, de lo posible y, con eso, es la reiteración de que nuestra interpretación, vinculación y acceso al mundo es siempre y sólo una posibilidad que no niega otras.

   Este mundo en expansión tiene como motor principal una cierta insatisfacción con lo ya hecho, una suerte de asombro que nos empuja a poner a prueba si somos capaces de hacer algo más, de decir mejor, de volver a mirar, de cambiar de ángulo y de estrategia. El arte es así, una mirada colocada sobre el mundo, mediada por nuestro asombro y convertida en impulso para la actividad, siempre una actividad constructora, transformadora. ¿Otras formas de saber también? Quizá, pero el arte no aparece como subordinado a una acción utilitaria, lo cual en ocasiones es cuestionado por las personas más prágmáticas. Yo creo que esto, lejos de ser un defecto es su principal virtud porque al no estar obligado a la resolución de necesidades, puede tener la mayor libertad posible y se abre al espacio de la libertad lúdicamente, simplemente porque le es posible.

   Este asombro que mueve a los artistas también puede estar presente en una mirada hacia nosotros mismos. Toda forma artística es, en cierto modo, una declaración asombrada de la propia energía, de la propia habilidad para la transformación. Es por eso que los objetos, las acciones y los procesos artísticos deberían ser valorados, porque son testimonio simbólico de lo que en lo profundo somos, de lo que vamos siendo y de lo que podemos ser.

Hasta aquí mi intento de una definición.


Algunas notas necesarias


En mi prisa por describir este vínculo que estamos buscando, he descuidado algunas premisas de las que debí partir. Las dejo acá como notas, por lo pronto. En algún momento agregaré algunas más que den mayor precisión al tema. Pero creo que con esto que se ha dicho tenemos material suficiente para empezar a discutir. Dejo acá las notas enumeradas.



1. No hay una sola definición del arte, sino muchas. En tanto que producto cultural, hay que aclarar que la palabra arte describe al menos:

- Un conjunto de prácticas
- Un conjunto de objetos
- Un conjunto de intencionalidades

 
2. La relación que tenga el arte con el conocimiento tendrá que adoptar cierta concepción del arte y cierta concepción del conocimiento. Las variaciones en la asunción de estas nociones repercutirán en las diversas posturas que es posible tomar. Yo prefiero considerar el arte como un conjunto de prácticas de las que las obras de arte son consecuencia y testimonio. Y prefiero entender el conocimiento como "saber", es decir, como el gran conjunto de experiencias conscientes (y a veces incluso no totalmente conscientes) de los seres humanos frente al mundo.

3. Así, voy a permitirme emplear la palabra "saber" para no adjudicarle caprichosamente un nuevo significado a la palabra "conocimiento" (dadas las definiciones de los estudios epistemológicos que exigen al conocimiento ciertos rasgos esenciales: ser una creencia, ser verdadera y estar justificada). Lo hago con la confianza de que así es como mejor mostraremos lo que el arte aporta a los seres humanos. Y en ese sentido, sí creo que el arte enriquece estas posibilidades y fomenta el saber.

4. Desde la antigüedad, el arte se ha considerado un saber técnico. De hecho, la palabra arte, que para los griegos era tekné, distingue precisamente el saber de orden teórico del saber técnico. Desde ese punto de vista, el saber del arte sería del orden del saber hacer. Pero esta distinción no es aplicable a lo que el día de hoy consideramos arte, pues el concepto moderno de arte se ha ampliado en su semántica y se ha restringido en cuanto a lo que como saber técnico abarcaba antes.

En pocas palabras, el día de hoy podemos contar con una serie de saberes técnicos que no identificamos ya en la palabra arte. Y, en contraste, existen múltiples formas de actividad que no se reducen a lo técnico a las que, de hecho, sí llamamos arte.

Así, veríamos que la noción moderna del arte no se restringe al saber técnico como describía la concepción antigua de éste. Es en esa concepción moderna donde debe caber esa formulación del arte como forma de saber.

5. Si consideramos que no sólo existe el saber en su sentido científico o informativo, sino que existen otros modos de saber (en tanto que consciencia ampliada de nuestras experiencias), entonces podremos distinguir el saber artístico como fin en sí mismo y también otras funciones posibles, que no necesariamente están subordinadas al saber informativo o científico.
 

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