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lunes, 29 de abril de 2013

Apuntes sobre el arte contemporáneo I

En el mundo del arte las palabras son siempre complicadas. La palabra "contemporáneo", al igual que muchas otras, tiene en realidad muchas acepciones y no una sola. Pero cuando se habla de Arte Contemporáneo dentro del mundo del arte, suele hacerse teniendo al menos una idea general de aquello a lo que refiere. Por ejemplo, cuando se habla de una exposición de Arte Contemporáneo, podemos esperar una exposición donde encontraremos instalaciones o videos o quizá veremos un performance o palabras escritas en una pared o materiales inusuales para una galería. Seguramente no veremos tanto pinturas o esculturas, al menos no a la usanza de las pinturas más comunes. A veces más vale preguntar para qué se usa un término que preguntar qué es lo que estrictamente significa.

El nombre genérico "Arte Contemporáneo" ha sido empleado para el arte que se ha creado después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. O bien, puede sencillamente entenderse el "Arte Contemporáneo" como el arte de nuestro tiempo, el más actual. Lo que no debemos olvidar es que los historiadores de arte emplean este término para diferenciar las manifestaciones del arte más reciente con respecto de las primeras vanguardias del siglo XX, a las que suelen referirse como Arte Moderno. Es decir, que el "Arte Contemporáneo" es distinto del "Arte Moderno". La razón de esa distinción es compleja y discutible, pero digamos por ahora que es una manera práctica de diferenciar dos momentos en los que los problemas que ocupan más a los artistas son distintos.

Mientras el arte moderno (por ejemplo, las vanguardias) se interesan por revolucionar la forma, el arte contemporáneo se interesa por reflexionar sobre los significados, las ideas, el contexto.

El Arte Contemporáneo tiene orientaciones muy diversas y es difícil encontrar rasgos esenciales que abarquen a todas las manifestaciones artísticas que llamamos con el mismo nombre. Por eso, quizá sería más adecuado mostrar varias de esas orientaciones y, a partir de esa revisión, darnos una idea general de lo que se ha hecho en los últimos tiempos y lo que se está haciendo actualmente.

A pesar de eso, creo que podemos hacer un intento de descripción general. Digamos primero que los problemas a los que responden los artistas son tan diversos como las actividades humanas y tan variadas como las posiciones que es posible asumir ante una cierta organización del mundo y ante un estado de las relaciones del hombre con su mundo, natural y social. ¿Suena demasiado general? Bueno, así es el escenario. Y es que, quizá, el arte contemporáneo es más bien una ruptura con algunas de las premisas del arte moderno, que un movimiento que responda a un programa particular. Es precisamente el abandono de un programa específico y general del arte lo que caracterizará al arte contemporáneo. El arte contemporáneo es más diverso, es menos regulado por una teoría dominante, es más heterogéneo.

En este sentido, el término aplica a una especie de liberación del arte de las exigencias impuestas por su propia búsqueda de autonomía en el arte moderno.

Y por eso es difícil resumir en unas cuantas líneas las características del arte contemporáneo. Acaso podemos decir lo obvio: hay muchísimos artistas haciendo muchas cosas distintas. Hay artistas interesados en la ecología, en la diversidad cultural, en el cuerpo humano, en la experimentación con las nuevas tecnologías, en las posibilidades de renovar los lenguajes del arte anterior, en la intervención de las calles con obras de arte, en la reflexión sobre aspectos diversos de la filosofía, de la sociología, de la antropología, todo esto desde el punto de vista del arte y, claro, en la reflexión sobre el arte mismo y sus fronteras. Esta diversidad nos hace difícil la definición simple.


 
Damien Hirst, La imposibilidad física de la muerte en la mente de un ser vivo, 1991 

A pesar de esta dificultad, hay algunos elementos que permiten distinguir lo que se ha llamado arte contemporáneo del arte anterior, es decir, el arte de las vanguardias o, como también se le llama, el arte moderno.

Una manera es asimilarlo como "arte posmoderno", es decir, perteneciente a un periodo posterior a la modernidad. La sociedad posmoderna, que es la que vivimos hoy, se caracterizaría por un rebasamiento, por escepticismo, por cansancio, por suposiciones de superación, por la inercia de la cultura fomentada por el capitalismo o por una combinación de todo esto, de los ideales y las aspiraciones de la modernidad.

El tema es complicado desde un punto de vista teórico. Hay varias posturas con respecto a ello.

Mi punto de vista al respecto (en coincidencia con algunos otros) es que la tan mentada posmodernidad no es realmente una superación de la modernidad en el sentido de romper con todos sus valores, sino una complicación que implica una etapa más de ésta, que permite una coexistencia difícil, en ocasiones contradictoria, de los ideales ilustrados, de los afanes civilizatorios, de las luchas libertarias, y de los ideales de progreso modernos en roce con las inercias del capitalismo tardío, con todas sus contradicciones más radicalizadas que nunca: el libre mercado, la globalización, la cultura del consumo, la forma de vida tal como la practicamos. Todo esto aderezado con el ingrediente, magnífico por otra parte, de la necesidad que se abre paso, de entender que la cultura no es una sola, sino una convivencia en la diversidad de puntos de vista no unificados.

 Y es quizá en este rasgo de diversidad y aceptación de la multiculturalidad que el arte contemporáneo encuentra sus ventanas más fascinantes.

Por eso, el arte contemporáneo es especialmente rico en eso que ya estaba presente en cada ruptura del arte del pasado, pero ahora aparece con mucho mayor evidencia: la asunción de propuestas que no pretenden ser universales, ni eternas, ni absolutas. El desconcierto que a veces causan las obras del arte contemporáneo es parte de este asunto. Son miradas que invitan a la convergencia, pero ni los artistas ni los espectadores están obligados a coincidir. Es más, lo que más queda de moderno en lo "posmoderno" es nuestra posibilidad de ser críticos ante todo, ahora más que nunca.

En fin, la amplitud de las posibilidades de explicación me obliga a meter el freno y a proponer sólo algunos rasgos que históricamente son verificables sobre el devenir del arte contemporáneo y que pueden ayudarnos a entenderlo, si bien de manera un tanto esquemática.

 Así, el escenario en el que se desarrolla el arte contemporáneo puede comprenderse mejor si se toman en cuenta algunos sucesos importantes:

1. El mundo contemporáneo tiene nuevos problemas que originan nuevas soluciones artísticas:

a) Nuevas situaciones geopolíticas

b) Nueva tecnología

c) Nuevas formas de comunicación

d) Nuevas configuraciones de lo que llamamos "cultura"

e) Nuevos paradigmas de lo que consideramos "arte"
 Si identificamos las nuevas circunstancias y las nuevas preguntas con las nuevas obras de arte, será más fácil entenderlas.



Barbara Kruger, It's a small world but not if you have to clean it, 1990
 

2. Si entendemos el arte contemporáneo como el arte desde la segunda mitad del siglo XX, podemos diferenciar dos etapas: en la primera, podemos observar el desplazamiento del centro hegemónico del arte, que anteriormente estuvo en Europa, a los Estados Unidos hacia las décadas de los 50 y 60, explicable en buena medida por los estragos de la segunda guerra mundial escenificada en Europa, las migraciones de grandes artistas europeos que tuvieron que abandonar sus países, enriqueciendo de paso el debate artístico norteamericano, y por la franca hegemonía económica que desde entonces tuvieron los Estados Unidos de América y que impulsaron a muchos movimientos artísticos de gran importancia e influencia. En esta etapa surgieron movimientos como el minimalismo y la action painting, que, en cierto modo, llevan al extremo las posibilidades planteadas por el arte moderno (la expresión subjetiva, la síntesis).

 
Jackson Pollock pintando


3. En una segunda etapa, se ha dado una desconcentración gradual del predominio de algunas naciones en el arte (como sucedía antes). Ahora, hemos visto, más bien, una producción acorde con lo que se ha llamado la "globalización" hacia las últimas dos décadas del siglo XX y lo que va del XXI. En la actualidad estamos al tanto de la producción de artistas multinacionales.

En otras palabras, ya no se puede hablar de ciudades o países que tengan una influencia dominante en el resto del mundo, sino que el arte brota aquí y allá y donde quiera hay cosas interesantes que influyen a otros artistas sin importar tanto su nacionalidad.

Gabriel Orozco, Gatos y sandías, 1992

4. Hay también un debilitamiento de posiciones que buscan revolucionar el arte desde sus formas y una mayor importancia de la dimensión conceptual del arte, es decir, del arte entendido como idea. Después de los años 60, con la aparición del arte Pop y del arte coneptual, ocurre lo que se ha llamado el "giro conceptual" y que ha significado un cierto abandono de la materialidad del arte para dar mayor peso a las ideas en el arte. Con ello, lo importante de las obras de arte ya no está tanto en la belleza o en las formas del objeto sino en su capacidad para invitarnos a una reflexión (sin que por ello debamos pensar que la dimensión estética del arte se haya anulado, pero ahora coexiste en igualdad jerárquica con otros planteamientos).


Joseph Kosuth, #1149(on color/multi #3),1991

5. Después de las posturas plásticamente revolucionarias de las vanguardias, se dan distintas reacciones:

- En algunos movimientos, la idea de llevar los problemas planteados por el arte de las vanguardias hasta sus últimas consecuencias, hasta agotarlas por completo en cuanto a su posible desarrollo lineal. Ejemplo de esto puede ser la Action Painting de Pollock.

- En otros casos, hay un cierto debilitamiento de la intención de hacer siempre cosas nuevas. Hay un creciente escepticismo, es decir, una falta de confianza con respecto al proyecto moderno y sus ideales de progreso. Como hemos mencionado, algunos han llamado "posmodernidad" a este episodio histórico. Esto explica muchas de las tendencias que vuelven la cabeza al pasado para revisarlo y volver a plantear viejas preguntas del arte (claro que las viejas preguntas se renuevan cuando se preguntan desde un escenario nuevo). El Arte Contemporáneo abarca también las muy diversas respuestas de los artistas ante esta etapa histórica de escepticismo y se caracteriza más que por la originalidad, por la reinterpretación, el replanteamiento, la resignificación como estrategias de creación. 

- Otra tendencia es la de integrar el arte cada vez más en la vida hasta el punto en que se mezclen por completo. Así, muchas áreas de la cultura que se consideraban distintas de lo artístico, se han mezclado con el arte de diversas maneras: el diseño, la ingeniería, la ilustración, la artesanía, el mundo de las imágenes publicitarias, el graffiti, etc.




Todo esto ha generado nuevas preguntas que antes no resultaban importantes, pero que hoy tienen consecuencias muy grandes. Por ejemplo, ¿lo que entendemos por "arte" es lo mismo para todos?, ¿es posible que cualquier actividad humana pueda convertirse en "arte"?, ¿el arte siempre produce objetos o hay arte sin objetos?, ¿todos podemos ser artistas o hay algo que sea necesario para alcanzar ese estatus?, ¿es este arte algo serio o hay una sobrevaloración de sus méritos?, etc. Al responder estas preguntas, el arte ha ampliado sus fronteras hasta el punto en que casi todo puede proponerse como arte, pero al mismo tiempo, nada tiene asegurado ese rango de modo definitivo.


Donald Judd, Untitled, 1967

6. Otro rasgo importante es el abandono (no por completo, pero sí en muchos casos) de los medios tradicionales para incorporar medios alternativos: instalación, performance, arte objeto, video, nuevas tecnologías.





Bill Viola, Acceptance, 2008

7. Entre las muchas reflexiones que proponen los artistas, el tema que subyace en muchos casos es la pregunta por el arte mismo. De modo que muchas piezas artísticas plantean una nueva manera de considerar el arte. Por ejemplo: el arte como una vivencia más que como un producto, o el arte como reflexión más que como belleza, o el arte como efímero más que como algo que permanece. Y así, si preguntamos al autor cuál es el tema de su obra nos diría quizá: el arte.

Esto es muy importante porque nos deja ver que no siempre hay que buscar lo mismo en las obras del arte contemporáneo. Cada obra exige comprender la estrategia que nos propone para su interpretación, el tipo de problemas que aborda y, una vez comprendido esto, entonces sí podemos buscar qué intenta comunicarnos y podemos preguntarnos si lo consigue. Mi invitación es que cuando nos enfrentemos a una pieza del arte contemporáneo no empecemos con una descalificación ante el desconcierto que pudiera provocarnos, sino con una curiosidad que, sin dejar de aspirar a un juicio crítico y reflexivo, abra posibilidades de interpretación y no que las cierre.




Pipilotti Rist: artista contemporánea que emplea el cuerpo como soporte principal de su obra

Por último, y quiero insistir en esto porque me parece especialmente importante tomarlo en cuenta para ampliar el concepto más generalizado: el Arte es cada vez más una práctica que tiene como finalidad una provocación radical a la reflexión sobre diversos ámbitos de la vida. Si entendemos el arte contemporáneo como reflexión o como provocación para que el pensamiento común se haga nuevas preguntas o para que la experiencia común se plantee en nuevos términos, podremos entenderlo mejor y, en el mejor de los casos, tener un verdadero acercamiento.

Si, en cambio, buscamos en el arte contemporáneo lo que no hay, es decir, la imitación de la naturaleza, la repetición del arte del pasado, una belleza convencional, la cosa bonita, artículos para decorar la casa o manualidades simpáticas, seguramente nos llevaremos una decepción en casi todos los casos (excepto por Jeff Koons*, claro está).

O. R.



*Jeff Koons trabaja alrededor de la idea del kitsch, es decir, el mal gusto común, lo cursi, la belleza más trillada, el intento fracasado de lo sublime, pero (aunque él no lo confiesa) su obra invita a una mirada reflexiva sobre su presencia permanente en las sociedades de consumo.



Gabriel Orozco, Piedra que cede, 1992


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