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lunes, 10 de febrero de 2020

Mural cerámico en el IEMS Cuajimalpa


La cerámica es una técnica de producción de objetos realizados con arcilla endurecida por fusión en altas temperaturas.




Como parte del trabajo de la asignatura optativa: Metodología de la creación de las Artes Visuales, hemos realizado, a lo largo de dos semestres, un mural cerámico con barro de Oaxaca.




La cerámica implica una serie de procedimientos con un grado de dificultad que puede ser de mediano a muy alto dependiendo del tipo de objetos que se quiera producir. Se requiere primero definir la técnica de construcción que se empleará. Luego, reunir los materiales y herramientas necesarias, tanto para preparar el espacio de trabajo como para modelar las piezas que se busca diseñar. Tras el proceso de secado de los objetos modelados se procede a cocer las piezas de arcilla, para lo cual se necesita un horno de alta temperatura. Para aplicar un esmalte se necesita una segunda cocción. Es una técnica milenaria presente en muchas civilizaciones, incluidas nuestras civilizaciones prehispánicas.



Nuestro proyecto:


El trabajo que hemos realizado consistió en la construcción de un mural de mosaicos modelados con barro de Oaxaca. Hacía tiempo que quería hacer un proyecto con cerámica y me encontré con que en el grupo de la optativa tenía inscritos a muchos de los estudiantes que había reconocido como talentosos en diversos modos en el curso anterior de Artes Plásticas. Y así fue como pensé que podíamos hacer un proyecto más grande y más ambicioso.





Aunque no tan ambicioso que implicara gastos excesivos. Por ejemplo, decidimos, un poco a nuestro pesar, no emplear ningún esmalte, pues los costos se elevaban mucho y teníamos que hacer mucho con poco o, más bien, con casi nada.

Antes de empezar con esta hazaña escolar, hicimos algunos ejercicios para familiarizarnos con el material.



Aunque ninguno era un experto, nos aventuramos a intentar este proyecto y sobre la marcha fuimos aprendiendo. Confieso que por un momento pensé que me había excedido y que todo quedaría en un entusiasmo optimista destinado a diluirse entre los tropiezos y el desánimo. Pero cuando el entusiasmo propio encuentra eco, ya no digamos en otros entusiasmos similares, sino al menos en alguna curiosidad avivada con base en la empatía y a partir de pequeños gestos solidarios que van conformando un equipo creativo, entonces se extiende delante el puente que une el deseo individual con la voluntad común y a ese deseo común con la acción y a la acción con el logro. Así las pequeñas soluciones fueron apareciendo cada vez que aparecía algún pero.

El tema: la comunidad de Cuajimalpa

Lo primero fue caminar viendo los muros vacíos. En un recorrido paciente, observando las paredes de la escuela, encontramos algunos espacios algo descascarados, cuya maltratada austeridad pedía, casi suplicaba, algún adorno. Los estudiantes eligieron por votación el muro que está en el dintel de la entrada. Eso determinó en buena medida nuestro tema. Por el lugar que ocupa en la arquitectura de la escuela, este pequeño muro se propuso ante nosotros como un mural identitario para la comunidad.




Entonces buscamos que el objetivo del mural fuera fortalecer el sentimiento de pertenencia al plantel y que sirviera para vincular simbólicamente el plantel escolar con la comunidad de Cuajimalpa. Así, el tema del mural sería la descripción de aquel conjunto de rasgos que pudiéramos reconocer como propios de la zona: el escenario urbano y rural que combina el territorio de Cuajimalpa, la representación simbólica de los pueblos originarios y otros elementos que implicaran imágenes en las que reconocer una identidad cuajimalpense.

Para estructurar el tema se contrastaron propuestas de todos los estudiantes del grupo, quienes por su cuenta entrevistaron a muchas personas pertenecientes a la comunidad del plantel para recoger ideas.

Cada estudiante presentó un boceto individual donde dio cuerpo a su propuesta de imagen.
















A partir de estos bocetos se seleccionaron algunos fragmentos que combinamos en un programa de edición fotográfica digital para configurar una sola idea en la que se pudiera articular una imagen simbólica de la comunidad de Cuajimalpa como una suma de elementos provenientes de todos los bocetos.





Se trazó una retícula como base para una estructura geométrica que diera orden a la composición considerando la posición del mural con respecto a los elementos circundantes y una distribución coherente de los conjuntos temáticos parciales.





La lectura del mural puede hacerse de varios modos. En sentido general y de un golpe de vista, el mural muestra escenarios contrastados en las inmediaciones de Cuajimalpa: la presencia de las zonas boscosas, la referencia a las tierras altas colmadas de árboles y que albergan también pequeñas comunidades trepadas en las montañas, las zonas mas tradicionales del centro y las urbanizaciones ultramodernas de Santa Fe. Todo esto enmarcando la imagen del patio de la escuela como centro circundado por estos escenarios tan diversos. 

Una lectura más pausada permite ver más detalles y pequeños comentarios sobre la comunidad.


En el panel izquierdo aludimos a la arquitectura colonial. Se trata del ex convento del Desierto de los Leones, este espacio arquitectónico extraordinario rodeado de bosques. En la parte baja crece un grupo de hongos. Tierra húmeda al fin, éstos abundan en Cuajimalpa, donde se realiza cada año una feria de hongos comestibles. En la parte superior se dibujan unas formas montañosas que están tomadas del códice Techialoyan de Cuajimalpa, que data del siglo XVI. Son unas extrañas montañas chipoteadas de trazo ingenuo que en el códice intentan señalar hiperbólicamente a Cuajimalpa como la zona alta de la ciudad de México. Vemos también la representación de dos jóvenes: una mujer y un hombre. Ella acerca la mano a una planta en gesto de cuidado y admiración estética. Él acerca con su mano a un caracol para colocarlo sobre una hoja, simbolizando los dos personajes una relación de respeto y amor por la naturaleza vegetal y animal. 



En la siguiente sección vemos un pájaro carpintero sobre un árbol. Se aprovecha el espacio para hacer un comentario crítico sobre la tala y el riesgo de deforestación que es una amenaza constante en la zona. Vemos justo en la base del árbol a un cacomixtle, especie que habita en los alrededores boscosos de Cuajimalpa, completando así la sección izquierda que subraya a fuerte presencia de la naturaleza y del bosque. En la parte superior de esta sección se hace alusión a la presencia del maguey. Es conocido que hay varias comunidades en las cercanías donde se extrae el aguamiel y se produce el pulque. 
Los personajes que aparecen al centro son estudiantes que además hacen de puente compositivo entre el espacio natural y el espacio arquitectónico de la escuela. Representan distintas áreas del saber humano: las humanidades con el libro, las ciencias con la bata de laboratorio y las artes con la guitarra al hombro. 
En la parte de abajo podemos ver los símbolos de los pueblos originarios: Chimalpa, Tlaltenango, Acopilco y Cuajimalpa.



Al centro y abajo vemos la representación de Tlaltecuhtli, la deidad prehispánica de la Tierra. Se encuentra en la base asomando apenas la mitad de su rostro, pues su cuerpo es subterráneo, como aparece evidenciado en muchas representaciones prehispánicas. Sostiene una estructura arquitectónica que con sus capiteles dóricos hace referencia a las culturas grecolatinas, base de la cultura occidental. Así, una cultura se posa sobre la otra, pero la raíz más profunda es, sin duda, la Tierra. Sobre estos símbolos aparece la escuela como centro donde convergen los elementos que constituyen el cimiento de la educación. Esto se acentúa con el símbolo prehispánico del habla que flota encima de este patio indicando que se trata del lugar de la palabra, del diálogo y de las ideas. Arriba unos pájaros en primer plano posados sobre los cables de luz son testigos de una asamblea estudiantil que hace referencia a la importancia de mantener una comunidad activa, informada, crítica y organizada. 


En esta última parte del extremo derecho se representa la diversidad de poblaciones que coexisten en Cuajimalpa. Vemos por un lado el crecimiento desmesurado y casi monstruoso de los edificios coronados de grúas de Santa Fe siempre en crecimiento. Por otra parte, encontramos algunos elementos del centro de Cuajimalpa como el quiosco o la iglesia y las poblaciones montadas en las montañas. El personaje que camina con mochila a la espalda es un estudiante que representa al egresado. Viene de la escuela y vuelve a la comunidad, cerrando así el círculo de la formación escolar. Y al extremo derecho encontramos referencias a los elementos que complementan a la Tierra: el viento como Ehécatl, la lluvia, tan constante en esta región, en un Tláloc y el agua de los manantiales que escurre fertilizando el campo y haciendo crecer el maíz. 


El trabajo de modelado


Una vez teniendo un boceto único, se dio inicio al trabajo práctico reuniendo todos los materiales y herramientas.

El equipo de trabajo cooperó para comprar el barro, pues el que la escuela proporcionó era por demás insuficiente para un mural de cinco metros.

Se emplearon los estiques de la escuela y se fabricaron otros con madera o bambú. Los estudiantes consiguieron por su cuenta todos los objetos que pudieran servirles para modelar.

Para adaptar el espacio de trabajo se consiguieron telas de manta del tamaño de las mesas del taller. Y se colocó el barro en tinas de plástico con tapa para acceder a él de manera rápida cada vez que se necesitara y que conservara la humedad a lo largo del proceso.

Hicimos un enorme boceto del tamaño del mural para emplearlo como base, aunque luego resultó más fácil trabajar a partir del boceto más pequeño.


Preparamos bases individuales con tablas de fibracel recicladas, forradas con tela para poder hacer cada una de las piezas del mural. Por cierto, el desgaste de las telas tras el trabajo les dio una apariencia muy bella.
                                         




Se tomaron las medidas del muro y se calculó el número de piezas que era necesario realizar considerando la reducción en la cocción.





El muro mide 5 x 1 m. por lo que se dividió el boceto en 125 cuadros de 20 x 20 cm. 5 distribuidos a lo alto y 24 a lo largo.




De un grupo de 20 estudiantes, le fueron asignados 6 mosaicos a cada uno y yo, el profesor, asumí la tarea de los cinco restantes. Aunque en la práctica real, algunos estudiantes que trabajaron más rápidamente hicieron más de los que les fueron asignados originalmente bajo la consigna: el que acaba primero le ayuda a su compañero.



Las piezas se fueron realizando en distintas etapas y se iban dejando secar.





El proceso de secado implicaba una dificultad de espacio, pero acomodamos las piezas como pudimos y las trasladamos con mucho cuidado a donde se encontraba el horno.







Algunos estudiantes participaron en el proceso de cocción y ayudaron a colocar las piezas en el horno.


En algún momento del proceso, algunas piezas se pasaron de temperatura, deformándose y obligándonos a hacerlas nuevamente. Aunque realmente no se veían tan mal de color, su deformación dificultaría la colocación y perderíamos la homogeneidad, así que decidimos repetir las piezas.



Aquí algunas piezas cocidas y otras crudas...








Finalmente se tuvieron completas todas las piezas y se procedió a colocarlas.



La instalación

La instalación fue también todo un reto, considerando que el mural estaba a una altura de unos tres a cuatro metros y todo el trabajo se realizó desde un andamio y una escalera.




Se picó toda la superficie para permitir una mejor adherencia del pegazulejo.





Se partió de una base de ángulo metálico en la parte inferior para sostener las primeras piezas con un cemento para pegar loseta cerámica.



La primera pieza, la Tlaltecuhtli, la madre tierra...







Un avance lento pero constante...




Pedimos permiso para asistir en vacaciones y nos llevó una semana pegar todas las piezas.




Colocamos un remate con solera para enmarcar la parte superior.


Finalmente el mural ha quedado instalado.

Tras la instalación se dio una mano de sellador para probar su resistencia a la lluvia, aunque actualmente se está pensando en la posibilidad de aplicar un barniz, pues en la temporada de lluvia las piezas sufrieron deterioro y parece que requieren mayor protección.

2a etapa

Tras estas experiencias, se llevó a cabo un segundo taller con menos estudiantes. Esta vez se realizaron pequeños módulos de cuatro piezas, lo cual facilitó la composición.











Aunque se tardó un poco, la instalación de este pequeño segundo mural complementó al primero en una zona adyacente. Y se aprovecharon estas sesiones de trabajo para restaurar algunas de las piezas del primer mural que se habían dañado.












La apariencia del mural es actualmente esta, pero ya está programado realizar algunas piezas para las dos hileras que han quedado vacías.








Aprovecho para hacer un reconocimiento a todos los que participaron en alguna de las distintas etapas. El mural ha tenido muchos participantes, tanto en la elaboración como en la instalación. Algunos estudiantes participaron en los dos procesos. Espero que todos se sientan muy orgullosos de lo que han conseguido con su esfuerzo.

Es probable que el mural crezca aún un poco más. Esperemos que pronto tengamos oportunidad de hacer un nuevo avance.