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miércoles, 31 de agosto de 2016

Arte Medieval



La expresión "Edad Media" es una forma de distinguir un periodo de la historia europea. Un periodo de muy larga duración.

No podemos hablar de una Edad Media en otras regiones que no sean Europa. No es un fenómeno mundial sino, única y exclusivamente, europeo. No hay una Edad Media Americana, no hay un México de la Edad Media (para esos mismos años, aṕroximadamente, en el México prehispánico se vivía el periodo clásico y el auge de la cultura teotihuacana). Pero a nosotros nos interesa conocer la historia y el arte de la cultura europea con sus categorías históricas porque, para bien o para mal, es también parte fundamental de nuestra historia y es también una parte de nuestros orígenes culturales que explican mucho de lo que somos, aunque, por supuesto, no todo.

El día de hoy en México subsisten todavía, en ciertos lugares, prácticas y formas de organización de la vida que se parecen mucho a las formas de organización de la vida en la Europa medieval, supervivencia de la que difícilmente quedará rastro en la Europa misma. Parece raro, pero, acá, tan lejos en distancia y tiempo, la herencia cultural de la Edad Media europea está mucho más presente de lo que a veces se piensa (aunque, por supuesto, en inevitable mezcla con las costumbres de los pueblos originarios). 

Una forma sencilla de delimitar aquel periodo de la historia europea, tan largo y lejano, es pensar en el después de qué y en el antes de qué. La Edad Media sería la época posterior a la caída del antiguo Imperio Romano (S. IV) y anterior al Renacimiento (S. XV). Todo lo que hay en medio es la Edad Media.

Como ven, es un periodo muy largo en el que ocurrieron muchas cosas y resumir todas esas cosas en el nombre Edad Media puede hacernos parecer que en esos largos mil y tantos años las cosas fueron más o menos similares, como si el tiempo se hubiera detenido en un estado de cosas permanente durante doce siglos. Pero, aunque algunos comentaristas decimonónicos de la Edad Media tienden a presentarla así, no es del todo exacto.

Tenemos que empezar por mostrar que en ese periodo también ocurrieron cambios importantes en la sociedad, en el arte, en el pensamiento y en la forma de vivir y que en distintas regiones ocurrieron muy diferentes cosas: invasiones, guerras, desplazamientos, inventos, viajes, creencias, migraciones, nacimiento, muerte o supervivencia de pueblos y culturas.

La filosofía de Agustín de Hipona, los árabes en España, el reinado de Carlo Magno, la expansión de los Vikingos, la formación de reinos francos y germanos, los viajes de Marco Polo, las Cruzadas, la peste, inventos como los molinos de viento, las lentes de aumento o avances diversos en los instrumentos de navegación son muestra de la diversidad de asuntos que transformaron el mundo en este periodo.

Es también evidente que había diferencias sustanciales entre la manera en que entonces se entendía la vida y la manera en que hoy concebimos nuestra existencia, y que esas diferencias nos hacen ver en bloque todo un tiempo que ha quedado atrás, dejando en nuestra imaginación paisajes y situaciones que sólo pueden pertenecer a aquel momento de la historia de la civilización. Para tratar de comprender esas diferencias vamos a intentar que las creaciones artísticas nos desvelen las cosas que a aquellos hombres y mujeres les importaban, lo que les atraía o lo que temían, lo que deseaban y lo que despreciaban, lo que les causaba fascinación y lo que les dejaba indiferentes.

Estamos más o menos habituados a los escenarios medievales en el cine, que ha intentado una y otra vez representar lo que sabemos de aquella forma de vida: caballos y caballeros, campesinos y artesanos, clérigos y comerciantes, juglares y damas idealizadas en un mundo de grandes y temibles bosques que separaban castillos, monasterios y pequeñas aldeas en las que la religión guiaba las conductas, pero, secretamente, coexistía con un imaginario popular pagano, plagado de seres fantásticos. Y basados en el cine habrá quizá quien lo imagine sombrío y lúgubre, pero el especialista francés Jaques Le Goff se refiere a la Edad Media como un periodo "luminoso y lleno de risas".Y quizá, más bien, ni una ni otra, sino un periodo con luces y sombras. 

Hay muchas expresiones artísticas, que describiremos acá abajo, pero por apresurar un poco el asunto, menciono desde ya que los mejores ejemplos de pintura estarían en los libros que, copiados a mano, se llenaban de ilustraciones a manos de los monjes dedicados a reproducir los libros más antiguos. La arquitectura se adornaba con relieves y figuras escultóricas que fueron variando con las épocas. No faltaron tampoco los murales. En cambio, no se creaban pinturas al óleo sobre lienzo como las conocemos ahora, pues su uso se implementó hasta el siglo XV. El tema religioso fue siempre el elemento central que dio pie a la producción artística medieval. 


Esquema cronológico

Antes de ir a las obras, una parada técnica. Y es que, frente a temas complejos, a veces no nos queda otra sino subdividir cuanto nos sea posible para poder avanzar por partes.
Hay dos acontecimientos fundamentales que señalan el inicio de la Edad Media:

1) La aceptación del cristianismo en el imperio romano y, con ello, el fin de la persecución a los cristianos bajo el imperio de Constantino. Esto significó el inicio de la religión cristiana como la conocemos hoy.




 Arte Paleocristiano
Representación del Buen Pastor en las Catacumbas de Priscila en Roma (250-300).

2) Las invasiones de los pueblos germanos que desbordaron las fronteras del imperio romano de occidente poniéndole fin. Y otras migraciones, por ejemplo, de los pueblos árabes en la península ibérica, facilitando mezclas culturales que cambiaron las costumbres, la cultura, la política y el arte de Europa. Es una historia enredada, pero, resumiendo, podemos ver que grandes poblaciones, principalmente de pueblos germánicos, migraron y penetraron las fronteras del antiguo imperio romano, dispersándose por todas aquellas regiones que hoy configuran el mapa de Europa y formando el caldo de cultivo en el que se desarrolló esa mezcla de cristianismo y latino/helenismo que es la cultura que hoy llamamos "occidental".



Arte de los pueblos germánicos 

Así, la Edad Media puede entenderse como un periodo de grandes cambios culturales debidos a migraciones y, en buena medida, podemos también caracterizarla como el periodo de la difusión del cristianismo como religión dominante en una buena parte de Europa.

La Edad Media implica una diversidad de culturas coexistiendo y compenetrándose.

Recurramos a la división más popular de la Edad Media en dos grandes partes: la Alta Edad Media y la Baja Edad Media.

La Alta Edad Media es primero y abarcaría desde el siglo IV hasta el siglo XII.

Dentro de la Alta Edad Media mostraremos ejemplos de:

- Arte Paleocristiano
- Arte Bizantino
- Arte Islámico
- Arte de los pueblos germánicos
- Arte Románico

 La Baja Edad Media es después y abarca del siglo XII al siglo XV y veremos:
- Arte Bizantino más reciente
- Arte Gótico

Pero esta intenta ser una revisión muy breve y desde el punto de vista del arte, de manera que vamos a ello sin más rodeos. Permitamos que algunas obras nos hablen, nos relaten su historia.


Arte Paleocristiano





Llamamos Arte Pelocristiano a las primeras representaciones del culto cristiano cuando todavía los cristianos eran perseguidos por las autoridades romanas. Las pinturas se encontraban en las catacumbas (sepulcros subterráneos).

Estas primeras formas de representación de imágenes no habían conseguido todavía generar un lenguaje propio, sino que emplean las formas habituales del arte pictórico romano y griego. Pasará un tiempo para que el cristianismo empiece a forjar un lenguaje más cercano a su concepción de un mundo que quiere trascender lo corporal, incluso negándolo, en favor de una pretendida pureza espiritual.


I. LA ALTA EDAD MEDIA


Arte de los pueblos germánicos

La caída del imperio romano de occidente tiene causas internas y causas externas. Las causas externas más evidentes son las invasiones de pueblos germánicos provenientes del norte de europa. Aunque estos pueblos no tenían un arte tan sofisticado como lo fue el griego o el romano, sobreviven hoy algunos vestigios de sus creaciones, un poco más rígidas y de menor virtuosismo, pero que, sin duda, tuvieron una influencia en el modo en que se replantearon las formas de representación. Y quizá no fue sino hasta periodos más tardíos que podemos nosotros ver que lo griego y lo romano fue mirado y elaborado con ojos distintos.

Carro solar de Trundholm


Evangelario de Tréveris, Abadía de Etternach, S. VIII.


Arte Bizantino

Interior de la Iglesia de San Vital de Rávena.






Arte Islámico
 

Mezquita de Córdova


Mezquita de Samarcanda


Arte Prerrománico


Santa María del Naranco, Oviedo


Arte Románico 




Abadía de la Trinidad, Caen, Francia

Las construcciones románicas son sólidas y nos resultan austeras frente a los tipos de arquitectura que veremos desarrollarse en los siglos posteriores. Recuperan de la arquitectura romana la utilización de los arcos de medio punto. 

Pintura románica

Junto con el arte bizantino, el románico va a encontrar el lenguaje pictórico del cristianismo medieval. Jorge Juanes, un pensador del arte, se refiere a la forma de construcción de las imágenes medievales como correspondientes a una "perspectiva teológica". Nos dice al respecto: 

   ¿Qué quiere decir perspectiva teológica? Que precisamente el lugar y la dimensión de las figuras  depende de la sacralidad que soportan. A mayor sacralidad, mayor relevancia, mayor jerarquía en la representación, no hay así una perspectiva tridimensional; son obras bidimensionales, figuras planas, descorporeizadas, desindividualizadas, siempre percibidas ya sea por la figura de Cristo pantocrátor o de la Virgen. y repito, los que rodean a esas figuras adquieren su lugar en función de la sacralidad que soportan. esto es lo que llamo perspectiva teológica (Jorge Juanes, 2010)



Este altar del siglo XII, de Santa María de Osona, muestra precisamente cómo el grado de sacralidad de la figura de Cristo determina un gran tamaño y una posición central a su figura.

II. LA BAJA EDAD MEDIA

Arte Bizantino de la baja Edad Media




Arte Gótico

Acá quizá nos detendremos un poco más porque el estilo gótico va a ser la puerta de salida de la Edad Media y en su tiempo se empezaron a colocar los cimientos de un giro que iba a cambiar el mundo por completo dejando atrás muchas de las costumbres y formas de vivir que ya nunca volverían. Veamos separadamente lo que nos cuentan sobre su tiempo los casos de la arquitectura, de la escultura y de la pintura. 




Catedral de Milán



Notre Dame, Paris


Las catedrales góticas se caracterizan por su gran tamaño, por sus arcos apuntados y los altos pináculos que elevan su altura de manera que puedan ser vistas desde la lejanía. Sus interiores son enormes para dar a sus visitantes la sensación de estar en un lugar más allá de la proporción y naturaleza humana.


Los manuscritos ilustrados

Una de las manifestaciones artísticas más interesantes del periodo medieval son los manuscritos ilustrados. Como no se había inventado la imprenta, para tener un libro era necesario copiarlo a mano. En los monasterios, algunos monjes se dedicaban a copiar a mano los textos que había en sus bibliotecas y dibujaban pequeñas ilustraciones que con frecuencia tenían una gran calidad artística.





Como podemos apreciar, el arte de la Edad Media, en su variedad, puede servirnos también como un elemento de contraste para entender bien los cambios que implica el momento histórico siguiente que revisaremos en otro apartado: el Renacimiento. En muchos sentidos, el Renacimiento es un modo de distanciarse de suposiciones, hábitos y concepciones típicas de la Edad Media, para irrumpir con innovaciones que tienen tal importancia e influencia en la forma de entender el mundo y de vivir la vida, que significan un cambio radical de época. Por esa razón, algunos historiadores señalan ese punto de ruptura como la línea divisoria entre las que hemos llamado Edad Media y Edad Moderna.



Dejo acá algunas referencias bibliográficas que pueden ser útiles para profundizar en el tema:

 
Le Goff, Jaques, La Edad Media explicada a los jóvenes, Barcelona, Paidós, 2006.

Le Goff Jaques, La civilización del occidente medieval, Barcelona, Paidós, 1982.

Heers Jaques, La invención de la Edad Media, Barcelona, Crítica, 1995.

Juanes, Jorge, Territorios del Arte Contemporáneo, México, BUAP, Itaca, UMSNH, 2010. 

Suckale, Robert; Weniger, Matthías y Wundram Manfred, Gótico, Köln, Taschen, 2006







Contenido, Forma y Estrategia

Una obra artística puede ser interpretada desde muchos puntos de vista. Entenderla mejor será, al mismo tiempo, disfrutarla más, pues el goce estético encontrará mejor sustento. Lo que llamamos goce estético puede ser algo casi inexplicable, puesto que suele implicar muchos niveles de comunión en el cuadrángulo creador-espectador-obra-contexto. Pero mirémoslo, por lo pronto, de manera más sencilla. El caso es poder sentir, entender, decir algo más que el simple, "gusta" o "no gusta".

Recordemos que interpretar un objeto artístico permite, cuando menos, tres posibles abordajes: contenido, forma y estrategia.

1) Entender su contenido, es decir, lo que intenta decirnos, contarnos, cuestionarnos o aquello sobre lo que intenta hacernos reflexionar.

Este modo de acceso a la obra artística es pertinente toda vez que la pieza implique una afirmación o implique una narrativa, es decir, que intente contarnos una historia ya sea simple o compleja. Casi cualquier imagen que presente una escena, ya sea naturalista o estilizada, realista o fantástica, nos cuenta ya una historia. Por eso, es el modo más común que tenemos para entrar en una obra.

Toda narrativa tiene un punto de vista, más o menos neutral, más o menos parcial. Por eso, en toda afirmación o narración se emite un juicio. La obra de contenido implica una puesta en juego de valores de todo tipo, desde estéticos hasta morales. Identificar los juicios y opiniones que subyacen a una obra puede ser revelador. ¿Qué intenta probarnos? ¿De qué nos quiere convencer? ¿En qué intenta poner a prueba nuestras propias opiniones? ¿Intenta y logra conmovernos sobre algún aspecto de la vida?

Otto Dix, La guerra


A este respecto es posible asumir actitudes diversas frente a la obra:

- reconocer, a través de las figuras, la afirmación que intenta hacer la obra.
- reconocer el problema al que, en su contexto, responde esa afirmación.
- valorar la pertinencia de tal afirmación frente al contexto histórico de su creación y también ante nosotros en su efecto artístico actual.

Todo esto, que suena un poco frío, puede hacerse de manera nada fría si lo entendemos abarcando también lo emocional. ¿Qué nos hace sentir lo que afirma? ¿Cómo nos identificamos con el problema que plantea? ¿Cómo nos mueve interiormente? ¿Nos alegra? ¿Nos indigna? ¿Nos enorgullece? ¿De qué modo nos conmueve?



Julio Castellanos, La cirugía casera, 1934


 2) Distinguir la forma en que está hecha, es decir, el estilo del artista, las deformaciones, los juegos de la composición, del color, de los elementos plásticos.

En muchas ocasiones, analizar la forma es entrar en la obra como quien mira la radiografía de un cuerpo humano. Los elementos de la forma por separado no nos dan de manera inmediata la comprensión de la obra, pero pueden acercarnos a ella, pueden permitirnos un segundo acercamiento de mayor alcance. Alguien diría quizá que es como una disección en la que la pureza del goce estético se ve contaminada. No estaría yo de acuerdo. Hay un goce en la misma comprensión del andamiaje formal. El arte moderno ha llevado esto hasta su consecuencia mayor en tanto que ha producido obras cuyo contenido es estrictamente el juego de las formas abstractas, reduciendo al mínimo los elementos narrativos e incluso suprimiéndolos por completo.

Los juegos formales en la plástica pueden configurarse a partir de la presencia más o menos evidente y dominante de los elementos básicos de la forma: punto, línea, plano, volumen, color, textura, etc; de criterios de organización: dirección, orientación, ubicación, proporción o deformación, de criterios de combinación: yuxtaposición, superposición, adición, sustracción, etc. Todos estos elementos puestos en función de un efecto visual particular: dinamismo, peso, densidad, ligereza, en fin, cualquier otro, abren un universo y un lenguaje poético de posibilidades infinitas y no se trata ahora de hacer un listado interminable.


Vasily Kandinsky


No obstante, claro está, no podemos imponer el análisis de la forma como elemento forzoso para la interpretación. En algunos casos esto sería absurdo.  En esto radica una buena parte de las decepciones de los estudiantes de arte frente a obras que rechazan todo análisis formal o cuyo análisis formal es irrelevante y, en cambio, sugieren otras formas de acercamiento o de análisis. De ahí que considero necesario mostrar el punto tercero, que sería una condición previa al análisis. Antes de analizar deberíamos identificar lo que cada obra "pide". Le he llamado simplemente estrategia, dando por entendido que se trata de una estrategia comunicativa o expresiva elegida por el artista entre una gama infinitamente variada de posibilidades.


3) Así, es necesario (a veces está dado de manera obvia, pero no siempre) identificar la estrategia que el artista plantea, es decir, el modo en que ha decidido comunicarse con nosotros: el medio, el contexto, los antecedentes que considera, y todo aquello que condicione la circunstancia de su interpretación.

Sólo para dejar en claro a qué me refiero, mencionaré los ejemplos más conocidos de estrategias elegidas por el artista para su expresión:

a) Estrategias visuales

Cuando las Artes Plásticas toman como estrategia de expresión la imitación de la apariencia de los objetos del mundo visible, podemos decir que se trata de un arte mimético, un arte que recurre a la mímesis

Mímesis significa imitación. Yo prefiero la pronunciación esdrújula, pero las dos formas de escritura son aceptadas, mimesis o mímesis.

En la Historia de las Artes Plásticas, hay muchos momentos en los que la imitación más perfecta de la realidad visible ha sido uno de los criterios para valorar la calidad de una obra. Hay ejemplo de ello en relatos sobre los pintores de la antigüedad. También en el énfasis que los pintores del Renacimiento europeo ponían en el despliegue de recursos para imitar mejor el mundo visible. Todavía hoy, muchas personas tienen la expectativa de que un dibujo, para estar bien hecho, debe buscar imitar de un modo convincente la apariencia dada por las proporciones, las luces, las sombras y los colores.




 

La figuración estilizada 

El mundo visible puede ser interpretado de muchos modos. Interpretar es comprender las cosas desde nuestra propia perspectiva y esto no siempre se consigue mediante una copia fiel.

La imagen figurativa en el arte incluye algún grado de imitación, pero este grado es variable. Así, podemos encontrar que hay obras figurativas muy realistas y otras obras menos realistas.

Cuando la intención del artista es sorprendernos por el parecido que una obra tiene con la realidad visible hablamos de realismo (incluso de hiperrealismo).


Cuando la intención del artista es modificar de algún modo la apariencia real de la realidad representada, ya sea idealizańdola o exagerándola, hablamos de formas de estilización.

Así, hay obras hiperrealistas, realistas, estilizadas o muy estilizadas. Pero todas estas son figurativas en tanto que conservan los suficientes rasgos para identificar similitudes con el objeto que representan. Lo figurativo es lo opuesto a la abstracción.
Esto no significa que la estrategia de la obra figurativa sea únicamente la de informar a través del reconocimiento de las figuras sobre un contenido. 
La estrategia de la obra figurativa se coloca en un plano intermedio entre el juego formal y el contenido.  



La abstracción es la estrategia inversa. No es importante el parecido con la realidad, sino que, precisamente, renunciando a la apariencia de las cosas para quedarse con las posibilidades de hacer "juegos de formas" es como cobran sentido las obras abstractas. De ahí que sea absurdo querer apreciar una obra abstracta queriendo reconocer en ella figuras de objetos reales como si jugáramos a mirar formas en las nubes. Esto sería no reconocer la estrategia expresiva que ha elegido el autor. En la mayoría de los casos las obras abstractas buscan experimentar con posibles combinaciones de los elementos puros de la forma: líneas, puntos, planos, rectas, curvas, direcciones, colores. El arte moderno, como ya hemos mencionado, hizo uso de estas posibilidades, pero ya antes, en muchas piezas decorativas existían juegos de formas que por sí mismos tenían pleno sentido estético. El arte moderno, por ejemplo, intentó hacer de la pintura y la escultura un despliegue similar al de la música que, a través de los sonidos y sus múltiples variables componen armonías. La obra de Kandinsky es el ejemplo más conocido de esta búsqueda.

Así, para comprender el arte abstracto necesitamos cambiarnos el interruptor para entrar en él con la actitud y la expectativa adecuada.  

¿Son estas dos estrategias, figuración y abstracción las únicas sugeridas para la interpretación de la obra de arte? Obviamente no. Las dos coinciden en que exigen al espectador una actitud contemplativa, es decir una observación cuidadosa y detenida, un lapso de tiempo para el análisis de sus cualidades visuales.

Hay obras que exigen un acercamiento distinto. Es posible que el "contenido" de una obra sólo tome sentido desde un acercamiento que implique una actitud adecuada.


b) La estrategia reflexiva

Hay obras que intentan movernos a reflexión y no se interesan tanto por estimular nuestros sentidos, sino nuestro intelecto. El arte conceptual es el caso, igual que la mayoría del arte contemporáneo que emplea instalaciones. Evidentemente hay siempre alguna dimensión estética en lo que vemos, pero el peso de su sentido está en estos casos en hacernos pensar.

En estos casos es un error condicionar nuestro juicio por las simples apariencias. Es necesario darnos una pausa para examinar la suma de significados que abren posibles interpretaciones y cuestionamientos.








La estrategia participativa

En estos casos, la obra consiste en invitar al espectador a tomar acción frente al algún objeto o situación. La obra sólo llega a cobrar sentido artístico en la medida en que el público responde con su acción.

Allan Kaprow, Confort zones, 1975


La estrategia de inmersión

Hay obras de participación que buscan envolver al espectador en una experiencia, sacándolo de su hábitat cotidiano, como en estas obras de Ernesto Neto. El espectador no mira la obra y ni siquiera sólo interactúa con ella, sino que se introduce en ella para ver modificada sus formas de percepción cotidianas. Sólo cediendo a la petición de la obra, ésta abre su sentido. En general se trata de una propuesta lúdica y como todos los juegos, sólo se pueden jugar satisfactoriamente si aceptamos sus reglas.






Diría que en todas las formas de intervención del espacio público hay algo similar a la inmersión, pues más que modificar objetos (aun cuando lo hagan), lo que buscan modificar es nuestra vivencia dislocando nuestra familiaridad.





La estrategia del shock

Hay obras que intentan impactarnos y su estrategia es golpear duramente nuestra sensibilidad, como hacen, por ejemplo, las fotografías de Andrés Serrano. El sentido de la obra se completa en nuestra reacción de rechazo, de asco, de alarma o de indignación, que el artista puede prever. La distingo de la actitud contemplativa porque en este caso no hay tiempo para la contemplación. El efecto es inmediato, intenso y quizá efímero.





La estrategia antropológica

Algunos analistas hablan de un arte antropológico, refiriéndose al que interviene en una determinada comunidad integrándose a ella y formando parte de la solución de problemas o de la promoción de acciones en favor de la misma, ya sea simbólicamente o en actos productivos y concretos. Estas son en cierto modo obras de participación, pero que suceden en un contexto comunitario cuyos efectos esperan dejar huella en la vida de dichas comunidades.


Francis Alÿs, Cuando la fe mueve montañas, 2002



Muchas otras se me quedan en el tintero. En general encontraremos que estas estrategias aparecen de manera mezclada dependiendo de la obra y del artista.

Obviamente no pretendo hacer de esta entrada una teoría de la interpretación. Siempre que intento alguna clasificación en asuntos de arte me siento en riesgo de iniciar listados infinitos que acaban excluyendo mil posibilidades. Más bien intenta ser una propuesta de recomendaciones sencillas para poder tener un acercamiento más enriquecedor cuando estemos frente a algo que se nos propone como obra de arte. Así, sin apelar a la mera credulidad de un espectador ingenuo, podremos evitar la tentación de descalificar de antemano todo lo que decepcione nuestra expectativa inicial.

Si la obra no se acomoda a nuestra sensibilidad, podemos intentar acomodar nuestra sensibilidad a ella y así no perdernos lo que cada obra puede ofrecer.